El fin de semana pasado me regaló una muy buena aventura, comenzando el viernes en la noche con un par de muy buenos amigos, disfrutando un trago en la hermosa noche porteña, casi como presagio de lo que se venía.
El sábado el almuerzo y la siesta fueron en la Caleta Quintay, al norte de Valparaíso, que sirvió como entremés de la llegada a Santiago.
La foto es una vista sobre la caleta y fue sacada ese mismo día.
En la noche Matucana 100 nos esperaba, con la espectacular Obra “HEDDA GABLER” una obra escrita en 1891 por Ibsen, que nos muestra “una aristocratica mujer que es una figura compleja, contradictoria. Juega constantemente de manera destructiva con lo que le gustaría "ser", pero que nunca se atreverá a vivir. Es un personaje atrapado entre dos posibilidades: su ideal, un mundo lleno de belleza y de acciones sublimes, que es el que le gustaría; y su realidad, una vida burguesa y mediocre”. Es increíble como todo los temas que involucran esta puesta en escena tienen vigencia hoy en día.
El mismo Sábado, pasada la media noche, los atochamientos automovilísticos nos llevaron a encontrarnos casi de sorpresa con ella: LA PEQUEÑA GIGANTE, (Espectáculo Teatral de la compañía Francesa Royal De Luxe) que dormía en su cama y roncaba placidamente en la plaza de la constitución, detrás de nuestra casa de Gobierno. Para mí fue un primer encuentro fascinante con el teatro callejero Francés, donde todos los que pudimos apreciar de cerca semejante espectáculo, quedamos conmovidos.


Finalmente el domingo por la mañana, la pequeña gigante, nos sorprendió con su llegada, inesperada para nosotros, en las afueras del Museo de Bellas Artes. Tuvimos que salir corriendo del museo, y acomodarnos en las escalinatas, para no perdernos la llegada de la pequeña, Y esta vez fue más espectacular, ya que había atrapado y traía consigo al famoso y furioso RINOCERONTE que días atrás andaba destrozando la capital.

Fue realmente sorprendente ver la actitud y la fascinación de la gente que se volcó a las calles a apreciar tal espectáculo, donde no se distinguía entre adultos o niños, que corrían detrás de la pequeña.
En lo personal para mi, fué un reencantamiento con el arte teatral callejero que mueve multitudes y donde es el mismo espectador el que da vida a sus personajes, quizás invocando a sus mas primigenias fantasías infantiles y traer a la realidad por un par de días, esos sueños de gigantes que todos tuvimos cuando fuimos niños. Además me ha demostrado y confirmado que uno solo se fascina y enamora de algo cuando se cruza con aquello, porque nunca hubiera sido lo mismo ver a esta niñita y su rinoceronte por Tv o por el diario.
Al fin y al cabo todos necesitamos soñar, regresar a la niñez, a ese estado natural, cuando estamos realmente convencidos de que todo es posible y ojalá pudieramos no dejar nunca dejar de ser niños.