domingo, 29 de julio de 2007

Aún quedan sueños en el invierno de Valparaíso

CUANDO EN LA TARDE APAREZCO EN LOS ESPEJOS

Cuando en la tarde aparezco en los espejos
Cuando yo y la tarde queríamos unirnos
Tristemente nos despedimos
Tristemente nos hablamos en el espejo que disuelve las imágenes

Quién soy entonces
Quizás por un momento
De verdad soy yo que me encuentro

Quién soy yo sino nadie
Alguien que quisiera pasarse los días y los días
Como un solo domingo

Mirando los últimos reflejos del sol en los vidrios
Mirando a un anciano que da de comer a las palomas
Y a los evangélicos que predican el fin del mundo

Cuando en la tarde no soy nadie
Entonces las cosas me reconocen
Soy de nuevo pequeño
Soy quien debiera ser

Y la niebla borra la cara de los relojes en los campanarios.

Jorge Teillier






La foto corresponde a la nueva vista de Valparaíso, en un dia nublado.

martes, 3 de julio de 2007

JOAQUÍN SABINA

Nos Sobran Los Motivos


Esta sala de espera sin esperanza,
estas pilas de un timbre que se secó,
esta mala ventura, esta contradanza,
este tráiler de mudanzas,
con los muebles del amor.


Esta campana herida en el campanario,
esta mitad partida por la mitad,
estos besos de Judas, este calvario,
este look de presidiario,
esta cura de humildad.


Este cambio de acera de tus caderas,
este payaso que ya no hace reír,
este arrabal sin grillos en primavera,
ni espaldas con cremallera,
ni anillos de presumir.


Este dulce de leche contaminado,
este perro andaluz sin domesticar,
este orgullo de principe destronado,
esta esquina del pecado,
esta ruina de Don Juan.


No abuses de mi inspiración,
no acuses a mi corazón
tan maltrecho y ajado
que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz
se filtra la desolación
de saber que estos son
los últimos versos que te escribo,
para decir “condios” a los dos
nos sobran los motivos.


Esta necesidad de necesitarte,
este llamarte sin quererte llamar,
este olvidarme del deber de olvidarte,
este lunes, este martes
y el miércoles que vendrá.


Esta lágrima de hombre de las cavernas,
esta horma del zapato de Barba Azul,
que poco rato dura la vida eterna
por el túnel de tus piernas
entre Córdoba y Maipú.


Esta guitarra húerfana y delirante,
con su terco knock knockin’ on heaven’s door,
estos dedos que dejan caer un guante,
delicado y transhumante,
a los pies de un trovador.


Este Land Rover aparcado en tu puerta,
la rueca de Penélope en el Luna Park,
este sueño que sueña que se despierta,
esta caracola muerta
sin la gramola del mar.


No abuses de mi inspiración,
no acuses a mi corazón
tan maltrecho y ajado
que está cerrado por derribo.
Por las arrugas de mi voz
se filtra la desolación
de saber que estos son
los últimos versos que te escribo,
para decir “condios” a los dos
nos sobran los motivos.



La foto corresponde a un atardecer de verano en la localidad de Tunquén, Provincia de Valparaíso